lunes, 7 de marzo de 2016

TE PRESENTAMOS A... GERTRUDIS LÓPEZ DE AVELLANEDA

Gertrudis López de Avellaneda fue una escritora nacida en Cuba en 1814. Adelantada a su tiempo, llevó una vida muy alejada de lo que era habitual para las mujeres de su época. Sin embargo, y precisamente por eso, por salirse de la norma, y aún con todos los éxitos que cosechó, tuvo que sufrir críticas y discriminación. 

Gertrudis emigró con su familia a España cuando tenía 22 años. Se establecieron en La Coruña, ciudad en la que escribió sus primeras seis composiciones poéticas. Mantuvo allí una relación amorosa, pero el noviazgo se rompió porque su novio no consideró oportuno que Gertrudis se dedicara a escribir poesías. Más tarde fue a vivir a Andalucía publicó versos en varios periódicos de Cádiz y Sevilla bajo el seudónimo de La Peregrina que le granjearon una gran reputación. A lo largo de su vida escribiría, aparte de poesía, obras de teatro, algunas de enorme éxito, como Alfonso Munio, y novelas de abierto feminismo y corte social. En 1845 obtuvo los dos primeros premios de un certamen poético organizado por el Liceo Artístico y Litertario de Madrid, momento a partir del cual la Avellaneda figuró entre los escritores de mayor renombre de su época, convirtiéndose en la mujer más importante de todo Madrid, después de Isabel II.
Fruto de una relación amorosa con un poeta, quedó embarazada y fue madre soltera, aunque su hija murió a los siete meses de edad, sin que su padre quisiera conocerla. Al año de morir su hija, se casó con el gobernador civil de Madrid, pero éste padecía una terrible enfermedad y murió al poco tiempo de la boda. Gertrudis, desesperada, se recluyó y compuso el Manual del cristianoque supuso el comienzo de una inclinación hacia la religión que se haría progresivamente más presente en su obra.

Movida por el éxito de sus producciones y acogida tanto por la crítica literaria como por el público en 1853, a raíz de la muerte de Juan Nicasio Gallego, su gran amigo y mentor, presentó su candidatura a la Real Academia Española pero el sillón fue ocupado por un hombre. Los misóginos académicos de entonces no permitieron que una mujer ocupara una silla reservada exclusivamente para ellos. No fue hasta 1979 que una mujer, Carmen Conde, pudo entrar a la RAE como académica.

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