martes, 15 de enero de 2019

MUJERES EN DEFENSA DE SUS DERECHOS LABORALES

Las desigualdades basadas en el género afectan, entre otros al ámbito laboral. La división tradicional del trabajo estableció que a las mujeres les estaba destinado el hogar y el cuidado de la familia y a los varones el trabajo fuera del hogar. No obstante, la Revolución Industrial trajo consigo el surgimiento del trabajo femenino e infantil en la industria, dado que la fuerza fue reemplazada por la máquina, que igualaba los niveles de productividad sin importar la fuerza física.
Muchas mujeres han ido ocupando espacios en el mundo laboral, aspirando a ser reconocidas como trabajadoras en igualdad de condiciones con los varones, sin embargo, aun hoy en día, existe la discriminación por razón de sexo en el trabajo: el salario medio de las mujeres sólo llega al 72-88% del promedio salarial de los hombres. Esta discriminación no se produce únicamente porque a igual trabajo aún hay muchos lugares en que a las mujeres se les paga menos, sino que también afecta a las mujeres porque ellas no siempre tienen las mismas oportunidades de ascenso o beneficios laborales que los varones.




El 7 de junio de 1968 las trabajadoras de las máquinas de coser de la planta de Ford en Dagenham (Reino Unido) iniciaron una huelga por sus derechos que marcó un antes y un después en la disputa de la discriminación laboral por razón de sexo e hizo que se aprobara la primera ley por la igualdad salarial en el Reino Unido. La huelga, liderada por cinco mujeres con Rose Boland a la cabeza, cuando las maquinistas de la planta de Ford en Dagenham dejaron su puesto de trabajo, siendo seguidas por sus compañeras de la planta de Halewood. Estas mujeres cosían fundas de asientos y como se acabó el stock, la huelga tuvo como resultado final el cese de la producción de coches.
En aquella época era común que las mujeres cobraran menos que los hombres, independientemente de la cualificación que sus puestos de trabajo exigieran y el motivo de la huelga en la planta de Ford fue que hubo una recalificación en los puestos de trabajo de la empresa y a las mujeres se les adjudicó la categoría B (trabajos de producción menos cualificados) frente a categoría C (puestos más cualificados), y que se les pagaría un 15% menos que a los hombres incluidos en la categoría B.
Tras la intervención de la Secretaria de Estado para empleo y productividad, la huelga terminó con el acuerdo de aumentar la paga ¡un 8% por debajo de la de los hombres! y, aunque se solicitó también que se revisara el sistema de categorización, no fue hasta que las mujeres hicieron otra huelga de seis semanas en 1984 que se las ascendió a categoría C.