Creadora del libro que inauguró la ciencia ficción y
que aún hoy se erige como uno de los grandes relatos de horror de todos los
tiempos; Mary Shelley publicó la primera y más importante de sus obras, la
novela Frankenstein en 1818.
Según parece, escribió la historia por una apuesta. La
noche del 16 de junio de 1816, se encontraba con Lord Byron y otros amigos en
una villa a orillas del lago Lemán, en los alrededores de Ginebra. Encerrados
en la casa por una tormenta, se leyeron cuentos de terror para entretenerse y
Lord Byron los retó a escribir un relato de terror, lo que llevó a Mary a
concebir Frankestein cuando aún sólo
tenía 18 años de edad. Esta obra, un logro más que notable para una autora tan
joven, se convirtió de inmediato en un éxito de crítica y público y aún hasta
nuestros días ha sido llevada a otros géneros como el cómic, el teatro o el
cine.
Mary Shelley había nacido el 30 de agosto de 1798 en Londres, hija del
filósofo Willliam Godwin y de la escritoria y feminista Mary Wollstonecraft (quien había escrito Vindication
of Women Rights), que murió a los pocos días de dar a luz a Mary. De
niña, Mary tenía su lugar de evasión en el cementerio de Saint Pancras, donde
estaba enterrada su madre. Su padre solía llevarla allí, junto a su hermanastra
Fanny, con quien practicaba lectura sobre las lápidas. Esa experiencia de
orfandad, de soledad, se encuentra sin duda en el personaje que creó.
En aquella época era también común el robo de cadáveres, que se vendían
para dar dar clases, o sea, para aprender anatomía y practicar cómo cortar. Y,
aunque aún era una rareza, ya había científicos que experimentaban con la
electricidad, por ejemplo, el británico Andrew Crosse, que en su laboratorio
aplicaba descargas eléctricas a cadáveres en un intento por devolverles la
vida, tras comprobar que las descargas producían espasmos en sus cuerpos.
¿Quién sabe si fueron todas estas circunstancias, las que la hicieron
concebir y desarrollar su personaje?